Anibal Paz

Anibal Paz
(Santa Rosa, La Pampa, Argentina, 1978)
Músico, escritor, periodista, publicista y afines.
Contacto: anibalpez@gmail.com

Poemas de Hotel

Paciencia
 
Todo lo simbólico fue un atropello
pensar que existe espíritu es un atropello
forzar la desaparición de la sombra fue un atropello
ser tullido en este barrio de sufridores atropella
esperar y ver como pasa el tiempo en esta oficina de envíos masivos,
y definir que sonrisa te dibujaré en la mañana
mientras llego sucio del trabajo me fue un atropello.
llamar a la desesperación por su nombre
en medio de actos aberrantes y sin sentido
mientras la chusma merodea hambrienta
mostrando miseria en la calle con dientes filosos de gloria muerta
es un hastío de atropello
ser curioso, ocioso, oportunista, vouyerista y carnavalista obsceno
es ser un atropello humanamente incalificado
fabricar ladrillos de barro para la nobleza fue un atropello, pero ya no.
Imaginarse, verse desde arriba y mentirse: ni hablar. Muy atropello.
Revolotear, creer y  reventar con acuse de recibo en mano
y permanecer mojado por una tormenta de licor
eso atropella atropella atropella....
ya no quedan tiempos de poiesis griega natural
porque ya no nos queda paciencia
no queda otra que peregrinar hasta cruce de ruta más cercano
y sentarse sobre el fango, entre las vacas
y aguardar alli hasta entender
que no somos nosotros los que juzgan
no somos nosotros los que esperan
Paciencia Oh Hermano!
Nada se produce hasta que llega el momento justo.


Almita del olvido
 
Vivir lentamente
en quietud contigo
y comprender que
detener el pensamiento
provoca el espiritu
como los ratones caminan entre viejas vigas
de una obra en construcción olvidada
Rescata tu alma
esa misma,
la que espera ser reconocida
para nacer en libertad
como el sol en forma de espejo
de este lago dorado
o como el poniente silencioso en el valle
que se despide del día
con cada momento del olvido.

Lumínico I


El ángel que despierta de un sueño profundo,
con el frío de la mañana está listo.
Es dueño de un deseo glorioso y sabio
y de un barco repleto de poderes animales.


In Utero
En el primer día,
envuelto en una sombra desnuda,
sintiendo el preámbulo de las noches congénitas,
tronó en mi una estridente campanada de savia.
Como un trozo de cielo abundante
desparramado sobre mi desnudez entera
donde el sueño bien reposado
agitó como danza macumba en el vientre.

Vivía tocándolo todo allí dentro.
Como una especie de camarón inquieto
con el metrónomo llamador puesto a mi lado
y el mico aullador detrás
sonando con su espíritu primitivo
anunciando lo que no sería jamás

Y en el descansar,
gozando como loco sucio,
envuelto en tela tibia y substancial
se desató el estruendo…

Entró una reberverancia por la ventana
como saxófono diurno y callejero
Ví las luces en la lluvía de la mañana
y las combinaciones más alocadas,
sobre un manto alisado de cielo azul.
Contemplé la brisa seca de un mar lejano
Vacié un reluciente cubo de mariposas celestes
Corrí al techo para ver el amanecer.

Y allí sonó todo,
como un despertar,
de pájaros sangrantes.





Nupcias
Se recostaba sobre el maderón tibio del muelle
como una gacela espiritual (libre y desposeída)
el sol la acompañaba, colocando sus persianas y espejos,
buscando la mejor pronunciación de su cuerpo en el agua.

Sus ojos reflejaban el nacimiento póstumo de cada momento
duplicándose, incansablemente sobre el agua, con reflejos delicados,
salpicando todo el aire, con cada gota destilada por el tiempo.

Y como un demonio, sacudía su manzana;
la frotaba y la contrastaba al sol. Tersa y afable.
Y en su inconsciente, sus más impunes acciones
fueron a parar a un precipicio;
a una leñoso mágico mundo,
a un laberinto construido,
por la manos más pacientes y satisfechas
de un artesano invisible.

Solo un instante regalado,
si es que hay suerte de atraparlo,
sellará sus suplicas invertebradas
y desollará corazones bombarderos.
Corazones de penachos flacuchentos y desalmados
que caminan por los pueblo perdidos,
como erizos tumbados sobre una cueva sin alimento.

Pero antes,
bailará y agitará sus manos
al costado del arroyo,
sintiendo como el ripio seco
se desase en el fresco manantial.

No es consciente de su belleza: solo mira al cielo.

Y desde el muelle musgoso, ella,
sentenció a ese aproximado
y suertudo penacho suelto:

-“¿Estás listo para zarpar, camarerito de cuarta?” dijo la novia- moviendo con su pie izquierdo la canoa de fuego-

-“Si, por siempre a tu lado muñeca, por eso nos casaremos”-respondió el penacho parado en el muelle con pantaloneta empapada de suerte.

Y un sinfín de gracia se esparció por el canal del rio plateado,
y ella mordió su manzana inconsciente tendida sobre un atardecer rojo
Mientras se recostaba sobre la balsa.
Tranquila.
Bastante tranquila.




En pos de la revelación
una insignia bordeada de espuma
acabó en la marea por desbordarse
mientras los pájaros sobrevolaban la costa
intentando desplumarse
en rasantes vuelos unos a otros

sobre todos los muros inmóviles
quejaba una imagen de virgen pulcra
una revelación mundana
impidiendo nuevos desbordes místicos

los ojos hinchados de tanta sal
impedían al verdugo ver e intimidarse
por haber captado por primera vez
las puertas invisibles del rey sol

como un enorme montón de letras
que se aplastaron en los innumerables siglos
de lenguaje coloquial y binario
la ráfaga danzante y cálida
nos sorprendió sordos, indiferentes y toscos.

pero lo oscuro se hizo forma en nuevas voces
y mástiles nacieron por las venas mullidas
de una párida tierra oculta y pretensiosa
que supo cómo llenarse por dentro de hielo
para parecer más y sufrir menos



Halo bestia.
Representación sobre representación
¡Qué difícil vivir así m´hijo!
Dándole comida todo el tiempo al monstruo
para que luego se vuelva contra ti y no te deje ver.

Representación sobre representación
¿Es así como intentas calmar el hambre?
¿Arriesgándolo todo por el fantasma?
¿Quién te alimentará cuando caiga la pintura?

Representación sobre representación
Ahogándote en tus sueños, tan profundos y profusos
del signo maquinal, solo que un día despertarás
y fulminantemente obtendrás
un vertiginoso pánico de humanos.

Representación sobre representación
Deja ya de ser pobre y corta ese llanto seco y sediento
Nutre tu alma dispuesta: quien vive otorga realidad,
quien sacude el polvo moja la tierra…

Realidad es: un ermitaño orfebre
de uñas sucias y calva brillante,
que cada vez que se rasca la mollera
pierde sus brillantes soltando sus opacos.

Representación sobre representación
Nada más para esta función.




El día de la muerte pagana
el látigo que azota y frunce
es como esa destartalada mueca rabiosa
que por su naturaleza de castigar a los hombres
funda la mitómana palabra
es como el temple de acero de lágrima
es el asesino esperando en una noche sin testigos
es el viento que ahoga en vida a la palabra
para que su hueso de agua no se rompa
ni permanezca maloliente en el tiempo
es un nacimiento en un laberinto invadido por nubes
es el mismo sol que despedaza los veranos ardientes
y que se aproxima sigilosamente al centro escondido
de manera audaz, vibrante y justiciera.

Es simplemente algo demoledor.

Al ver como esas montañas de sangre tranparentes
como ellas nos oscilaron y nos arrinconaron,
dentro de las paredes de este baño
para que nunca jamás veamos.
Y por más que siempre atentos imaginemos,
nos sorprenderá mutando,  s  i  e  m   p   r    e .






            Movimiento no tengo
ll00llll0l0ll0lll0llll0ll00l00llll00lll0ll0lll
ll0l0desterrado, soy desanimadol0l0l0ll0
ll0completo de un signo de la historia0ll
l0absoluto y abstemio son condimentos0
l0de una limpieza digital0l0l0l0llll0lll0l0
ll0l0l0l0ll0l00lll00l00ll0lll0lllll00ll0l0l0l






El amor en las palabras
El lenguaje se hizo hermoso,
fue poderoso en la mañana
espeso mientras bebía
dilatado cuando dormía.
se hizo abrupto con el académico
y abrumador con ese otro inentendible.

El lenguaje se conservó en mi piel,
como en aquellos días
en que bebía leche en bombilla;
Días que la duda previa me alertaba,
como si el gesto correcto
pronunciara lo viable.

Las palabras viajan despacio,
no por el aire, sino por las venas.
no en las letras, sino en tus manos.
no en la esencia, sino en la escena.

Y así comprendí un buen día,
que mis elementos
son los mismos que los tuyos,
y allí me cerró la bola,
el lenguaje somos nosotros.





Oda del desierto escrita por mis antepasados y por mí
¡Que te extirpen los indios!
Espero que te destripen bien a fondo
y que te sacudan los tobillos
con sus hondos gritos sepultares.

Te va a doler, eso te va a doler, como una macumba ennegrecida.
Te va a estirar la piel como una esterilla ensangrentada.
Te va a sangrar la boca, pero tú seguirás peleando,
batallarás como si fueras uno de los suyos.

Tu pecho se inflará, y, empujado por el alma, estarás erizando los bellos.

Los lanceros te harán sangrar por el cuello y morirás rengueando.
Galoparán en el desierto y quedarás tirado en el vasto páramo,
viendo como la nube de polvo se desvanece y desaparece.

Se irán llevando con ellos el grito salvaje.
El mismo que ahora conociste
gracias a la muerte, al sufrimiento, al dolor
y al coraje que aparecen cada vez que se pelea.
Ahora te queda un silencio calmo,
imprescindible para descansar.




                                                 Domingo Porteño
Una descripción de la calle Dominguera y porteña del barrio de Once nace de un racimo de uvas que se aparece en forma de tetra- brik con una dosis de delirio farmacológico, aunque también en forma de ciber y de unidades satelitales de celulares, y de taxis- radios y de hombres de seguridad, de micro bares temáticos, juegos en red, piernas en redes, caras de expresiones televisivas retro, de pantalones coloreados y uniformados, nenas robots,  baños y perros químicos, chicles globoticos, panchos verdes, caramelos surtidos y embutidos, birra mucha birra, carne de pizarrón y tiza, gritos de alegría moderada y llantos de fantasía extasiada, paro de colectiveros calvos, vendedores de pics y de tics, picnics de maíz inflado, narices rotas de esnifada de caballo, pulcros abdominales que se salieron de rutina aeróbica y que volvieron para atacar con todo, si nena, el domingo en la ciudad todo ataca con todo.

Flores de plástico,
                                                                                              Medias de madera
Puertas de cristal
almuerzos de cauchó
                                                                                         Heladera de piedra
uvas de porcelana
                        mi chica de latex
    hombros de hongos
                                                           ese ojo giratorio
                                                                                                          nuestras manos elásticas
el cuello del camello
las ranas de mármol
la madre patria
                                       Balvanera. (en el año del apocalipsis). 




Plegaria Del Pájaro de la Selva
Pájaro de brillantes colores
quédate a mi lado
muéstrame mi entorno,
el lugar de mi renacimiento.

Ave de brillantes plumas,
compañera de viaje.
Hago caso omiso a tus ojos,
muéstrame el lugar donde escuchas mis plegarias,
siempre tan selvático inclusive en el ártico.

Acércate al cielo de mis pies,
donde nunca mis ojos miedosos ven,
Vendrá marchito y caduco,
y regresará trémulo y seguro.
Hágale.
Seremos uno.
Pájaro y viento.
Viento que desliza el brillante color,
realizándose con el paisaje.
Pájaro cromado:
Sé que me acompañaras para enfrentar el miedo.
Se que me acompañaras hasta a estar tan quieto.




                       

Las sombras

A unas pocas estaciones, en pleno desierto muerto,
con destino incierto pero seguro, entran al tren
los soberanos más desconocidos de la zona.
Cada uno es observado con perplejidad por los viajantes.
Ignotos, con opacos distintivos oxidados,
de batallas ganadas sin pelear, pero impecables, se impusieron en nuestro viaje.

Y destelló la mirada como mítico doblón de oro fundado en selva ajena…

Aquella sombra, que nos había perseguido silenciosa y cautelar,
por las vías férreas de una árida circunstancia desconocida,
finalmente se nos hizo presente.

Una intensa negrura,
común y corriente,
hundida, tosca y temerosa.
Una borrosa inclinación curiosa,
una niebla oculta,
impulsada por los fuertes vientos del sur,

hacia nuestro sitio.

El vagón tembló.
Los entes develaron una obsesión por una búsqueda fatal;
estos diablos fueron atraídos por ejercicios mentales nuestros.
Mirándolo todo muy a reojo,
sobre todo dentro de nuestros corazones.
Buscando que se dé una ausencia donde meterse.
Intentando amordazar el auxilio demandante.

Los generales nos señalaron fríamente en el vagón nocturno.
Y aullaron en la noche desolada ante una luna sangrienta,  
con autoridad de pertenencia absoluta y temeraria.
Fue el llamado de su presencia,
que fue entrado en nuestro mundo material y acostumbrado,
para desasosegarnos y rendirnos comodamente.

Aunque sucumbieron esa noche
trasmutando en un momento ya real y peligroso.
Ellos solo fueron y serán un viento.
Con su forma, con sus impecables uniformes de zombies arrollados por el vagón,
nos mostraron la senda de la sombra, de la oscuridad;
y con ella, el gran paso para comenzar a destruirla.